El déspota
Me niego a ser parte de la "generación de la vergüenza" que entregará cuentas desastrosas a nuestros descendientes por cobardía, incapacidad o impotencia
Francisco Martín Morenoen REFORMA22 Sep. 2020
El déspota, según lo establecen los diccionarios de política, debe apartarse de la insolencia, del desprecio y de la autocracia o deberá enfrentarse al pueblo en las calles, enfrentamientos que ya existen: basta con asistir hoy mismo a la Avenida Juárez o a las ciudades y pueblos visitados por AMLO para demostrarlo. El déspota es aquella persona que al abusar de su autoridad, al despreciar a sus subordinados, a quienes no considera ciudadanos, sino súbditos, cae en mismo tipo de relación que un patrón intolerante tiene con sus empleados. ¿El lector ya se percató de las palabras que definen a AMLO? Aquí voy: polarización, autoritarismo, desconfianza, desorden, ilegalidad y descalificación y, por lo mismo, desprecia los acuerdos, la conciliación, el diálogo, la certeza, la prudencia, la armonía y el verdadero respeto. ¿Ya fue a Chihuahua? ¡No! ¿Ha tomado las llamadas del gobernador Corral? ¡No! ¿Se apresuró a surtir de medicamentos a los hospitales infantiles públicos para salvar la vida de pequeños enfermos de cáncer? ¡No! ¿Negoció con la iniciativa privada? ¡No!
Para AMLO, su voluntad, la del patrón ciego y sordo, es su única ley. Es el mismo líder tiránico que mandó "al diablo a las instituciones de la República". El Presidente siente tener el derecho de suprimir la libertad de los ciudadanos sin dignarse a explicar los motivos de su conducta. Estamos frente a la posición del déspota que ejerce su poder inatacable al distribuir a su antojo el presupuesto federal de egresos en términos de sus caprichos incuestionables, ante una sociedad adormecida que va surgiendo de su histórico sueño letárgico. ¡Claro que el déspota piensa que sus decisiones no pueden ser anuladas y quien se atreve a anularlas es un enemigo del pueblo, en todo caso un conservador, un bote de basura, de indeseables, en donde arroja a sus opositores, ya sean liberales de viejo cuño, pensadores de vanguardia o críticos luchadores por las más caras causas de la democracia!
Mientras el tiempo va descubriendo el auténtico rostro de AMLO como el gran déspota de México del siglo XXI, más empiezo a extrañar la magnífica atmósfera de libertad que nuestros padres y abuelos nos legaron después de conquistarla a sangre y fuego. Me niego a ser parte de la "generación de la vergüenza" que entregará cuentas desastrosas a nuestros descendientes por cobardía, incapacidad o impotencia. ¿Tú sí estás de acuerdo en integrar dicha "generación de la vergüenza..."? ¿Qué le explicarás a tus hijos? ¿Te declararás inocente?
El resentimiento social de AMLO, propio de sus lamentables carencias infantiles y juveniles, sus pavorosos vacíos emocionales, los está pagando la nación en su conjunto. El desprecio ejercido por los déspotas es la forma más sutil de la venganza. Quienes desprecian al hombre no pueden ser grandes seres humanos, en el entendido que quien se sienta despreciado hará todo lo posible para ser odiado, objetivo, este último, que AMLO está alcanzando con creces, si no se pierden de vista las decenas de miles de asesinados, de desaparecidos, de fallecimientos por el manejo suicida del Covid, de feminicidios, de millones de desempleados y de compatriotas que perdieron sus ingresos informales en los últimos meses.
Un déspota debe infundir temor. Basta con comprobar el manejo obsceno de la UIF, que congela cuentas bancarias a quienes se oponen a las arbitrariedades cometidas por el Presidente, para ya no hablar del SAT, un arma poderosa para someter a los rebeldes opositores y críticos con arreglo al terrorismo fiscal, como lo son las mañaneras orientadas a dividir a la sociedad y a incubar el odio entre todos nosotros. El déspota, tarde o temprano echará mano de la fuerza para imponer sus designios porque considera que su autoridad no se encuentra limitada por las leyes. Cada día un mayor número de nuestros jueces van mereciendo el calificativo de héroes de la patria. Mis respetos. Para Montesquieu, el gobierno despótico es aquel en el que "uno solo, sin leyes ni frenos arrastra a todo y a todos detrás de su voluntad y de sus caprichos", solo que según Constant, dichos gobiernos no están destinados a durar...
@fmartinmoreno
22 Sep. 2020
El déspota, según lo establecen los diccionarios de política, debe apartarse de la insolencia, del desprecio y de la autocracia o deberá enfrentarse al pueblo en las calles, enfrentamientos que ya existen: basta con asistir hoy mismo a la Avenida Juárez o a las ciudades y pueblos visitados por AMLO para demostrarlo. El déspota es aquella persona que al abusar de su autoridad, al despreciar a sus subordinados, a quienes no considera ciudadanos, sino súbditos, cae en mismo tipo de relación que un patrón intolerante tiene con sus empleados. ¿El lector ya se percató de las palabras que definen a AMLO? Aquí voy: polarización, autoritarismo, desconfianza, desorden, ilegalidad y descalificación y, por lo mismo, desprecia los acuerdos, la conciliación, el diálogo, la certeza, la prudencia, la armonía y el verdadero respeto. ¿Ya fue a Chihuahua? ¡No! ¿Ha tomado las llamadas del gobernador Corral? ¡No! ¿Se apresuró a surtir de medicamentos a los hospitales infantiles públicos para salvar la vida de pequeños enfermos de cáncer? ¡No! ¿Negoció con la iniciativa privada? ¡No!
Para AMLO, su voluntad, la del patrón ciego y sordo, es su única ley. Es el mismo líder tiránico que mandó "al diablo a las instituciones de la República". El Presidente siente tener el derecho de suprimir la libertad de los ciudadanos sin dignarse a explicar los motivos de su conducta. Estamos frente a la posición del déspota que ejerce su poder inatacable al distribuir a su antojo el presupuesto federal de egresos en términos de sus caprichos incuestionables, ante una sociedad adormecida que va surgiendo de su histórico sueño letárgico. ¡Claro que el déspota piensa que sus decisiones no pueden ser anuladas y quien se atreve a anularlas es un enemigo del pueblo, en todo caso un conservador, un bote de basura, de indeseables, en donde arroja a sus opositores, ya sean liberales de viejo cuño, pensadores de vanguardia o críticos luchadores por las más caras causas de la democracia!
Mientras el tiempo va descubriendo el auténtico rostro de AMLO como el gran déspota de México del siglo XXI, más empiezo a extrañar la magnífica atmósfera de libertad que nuestros padres y abuelos nos legaron después de conquistarla a sangre y fuego. Me niego a ser parte de la "generación de la vergüenza" que entregará cuentas desastrosas a nuestros descendientes por cobardía, incapacidad o impotencia. ¿Tú sí estás de acuerdo en integrar dicha "generación de la vergüenza..."? ¿Qué le explicarás a tus hijos? ¿Te declararás inocente?
El resentimiento social de AMLO, propio de sus lamentables carencias infantiles y juveniles, sus pavorosos vacíos emocionales, los está pagando la nación en su conjunto. El desprecio ejercido por los déspotas es la forma más sutil de la venganza. Quienes desprecian al hombre no pueden ser grandes seres humanos, en el entendido que quien se sienta despreciado hará todo lo posible para ser odiado, objetivo, este último, que AMLO está alcanzando con creces, si no se pierden de vista las decenas de miles de asesinados, de desaparecidos, de fallecimientos por el manejo suicida del Covid, de feminicidios, de millones de desempleados y de compatriotas que perdieron sus ingresos informales en los últimos meses.
Un déspota debe infundir temor. Basta con comprobar el manejo obsceno de la UIF, que congela cuentas bancarias a quienes se oponen a las arbitrariedades cometidas por el Presidente, para ya no hablar del SAT, un arma poderosa para someter a los rebeldes opositores y críticos con arreglo al terrorismo fiscal, como lo son las mañaneras orientadas a dividir a la sociedad y a incubar el odio entre todos nosotros. El déspota, tarde o temprano echará mano de la fuerza para imponer sus designios porque considera que su autoridad no se encuentra limitada por las leyes. Cada día un mayor número de nuestros jueces van mereciendo el calificativo de héroes de la patria. Mis respetos. Para Montesquieu, el gobierno despótico es aquel en el que "uno solo, sin leyes ni frenos arrastra a todo y a todos detrás de su voluntad y de sus caprichos", solo que según Constant, dichos gobiernos no están destinados a durar...
@fmartinmoreno